viernes, 20 de agosto de 2010

El feriante


 

 

Existe una serie de profesiones tabú para nuestra sociedad, profesiones que pronunciadas por algún miembro de cualquier "familia normal" se convierten casi en sacrilegio. Profesiones como feriante o titiritero. Ya lo dice el diccionario claramente:

Feriante: persona que va de feria en feria llevando atracciones para el disfrute y goce de los celebrantes. Esta profesión  hace posible las fiestas y  nos alegra enormemente, siempre que la ejerza el hijo del vecino.

Curiosamente estas profesiones se suelen transmitir de padres a hijos, no por una cuestión genética o educacional, sino porque si un padre banquero, ejecutivo, secretario o funcionario escucha a su hijo decir que quiere ser feriante, lo ata a la pata de la mesa. Este hecho, junto con la variable de nomadismo que conlleva esta profesión, es una de las causas principales que podría explicar el carácter mayoritariamente endogámico de esta profesión. De vez en  cuando surgen excepciones que "ponen a prueba la regla" cuando algún feriante se enamora de alguna vecina de algún pueblo y viceversa, y ésta decide abandonar su vida sedentaria por las incertidumbres del nomadismo; aunque también se puede dar el caso contrario.

¿De dónde vendrá este trato peyorativo hacia ciertas profesiones? Una explicación puede ser que desde que el hombre abandonó el nomadismo recolector por el sedentarismo agrícola empezó a mirar con desconfianza a esas personas que andan de acá para allá, gente que quién sabe de dónde viene, gente sin orígen cierto ni referencias. Teniendo en cuenta que el desarrollo de la humanidad es progresivo y tiende hacia la perfección (prueba de ello es que la aspiración de la mayoría de los españoles es convertirse en funcionario, máxima expresión del sedentarismo), es lógico que se mire con desconfianza a gente que aún permanece en un estadio inferior de la escala evolutiva. Otra explicación podría ser la económica, de ahí que  estas profesiones se asocien con expresiones de este estilo: "te vas a morir de hambre". La cuestión económica está asociada a una cuestión de prestigio y es completamente comprensible que a un "buen padre de familia" le cause vergüenza afirmar que su hijo es feriante, cuando en el fondo de su corazón  desearía decir con orgullo: "mi hijo es ejecutivo"

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